En los casi 200 años que llevamos como Nación, los argentinos hemos elegido a nuestros representantes de los modos mas diversos, siempre movidos por el objetivo de hacer oir la voluntad popular. A su vez, las distintas modalidades electorales han ido variando.Y ello, de acuerdo al concepto de ciudadanía que se imponía en un momento histórico dado, y que en un comienzo pudo ser más restrictivo, pero que se fue ensanchando en la medida en que avanzaba en el tiempo el reconocimiento de nuevos derechos civiles.
Ya está lejos la ley electoral que impulsó Bernardino Rivadavia en 1821, y que proponía el voto universal masculino y voluntario para todos los "hombres libres" de las provincias. Tuvieron que pasar 91 años desde la "feliz experiencia rivadaviana" para que la llamada Ley Sáenz Peña, de 1912, instaurara el voto secreto y obligatorio para los varones. Recién 35 años después,en 1947, el derecho al voto se haría extensivo para las mujeres. Y hoy, 66 años después de instaurado el voto femenino, los jóvenes de 16 y 17 años podrán concurrir a las urnas para votar en las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO).
Sabemos que en estos últimos meses desde algunos sectores se ha cuestionado el "sentido de la oportunidad" del oficialismo, al impulsar el llamado voto joven. Sin embargo, si recorremos la historia de los procesos electorales en la Argentina, observamos que esos cuestionamientos se reiteran. Pero - fundadas o no tales críticas- no anulan la consecuencia más importante: que cada vez más ciudadanos pueden hacer valer su derecho a elegir quiénes los representarán.
En los últimos años, no sólo el voto joven ha sido motivo de cuestionamientos. Muchas veces, en los últimos tiempos, por prácticas cuestionables de los gobiernos de turno, se han levantado voces de crítica a la democracia. Sin embargo, no debemos olvidar que ese camino de ampliación de ciudadanía del que ya hemos hablado no ha sido un camino llano, sino lleno de vericuetos; que los argentinos hemos vivido numerosos períodos de proscripción, de fraude electoral y de golpes de Estado. En ese sentido, 1983, con el advenimiento de la democracia, marca un hito en la experiencia ciudadana del voto, porque inaugura en la Argentina 30 años ininterrumpidos de concurrencia a las urnas. Entendemos que el poco más de un millón de tucumanos que hoy está en condiciones de votar no debería olvidar ese dato; aunque haya quienes señalen que las promesas de 1983 ("más República" y mejor democracia") siguen incumplidas. Precisamente, la jornada comicial es una oportunidad para aportarle más calidad a la democracia y más republicanismo a la república. En las últimas décadas, así como se ha ampliado el concepto de ciudadanía y se ha ensanchado el repertorio de derechos, también está rediscutiéndose el concepto de democracia.
Los distintos episodios de la ciudadanía en las calles del mundo haciendo oir sus derechos indican que la idea de la democracia representativa está en debate. Sin embargo, es un debate con final abierto. En nuestro horizonte inmediato, el sistema de partidos políticos con representación parlamentaria es la mejor garantía de control a los excesos del Poder Ejecutivo, así como de promoción de las normas para una sociedad mejor. En ese contexto, entendemos que sólo el ejercicio del voto consciente y responsable, en el marco de un comicio sin violencia ni enfrentamientos- nos permitirá a los argentinos empezar a saldar la deuda con esta democracia que para muchos argentinos es todavía "una ilusión incumplida".